VI. CREO EN JESUCRISTO


Se llamaba Jesús. Y era el Cristo. En griego quiere decir el Ungido. Es decir, el Mesías. Él era el Mesías que Israel esperaba, aunque Israel no supo descubrirlo.

Porque no fue un Mesías como ellos creían que deben ser los Mesías: guerrero, luchador, cabecilla de revolucionarios... Un Mesías que liderara revueltas contra el invasor, contra el Imperio Romano que desde hacía tiempo los tenía sometidos. Esperaban un Mesías que luchara por la independencia. Que cogiera las armas, si fuera necesario.

Esperaban una guerra. Pero Él habló de paz y de hermandad. De un Reino que no es de este mundo. Él habló de perdón y de amor. Incluso de amor a los enemigos. Y esto no es fácil de aceptar.

Su mensaje era sencillo. No echaba mítines políticos ni grandes discursos filosóficos. No exponía grandes teorías. Hablaba de cosas sencillas, con ejemplos que quienes le oían podían entender. Hablaba de agricultura y de ganadería, de semillas y de ovejas. Hablaba de la pesca y del trabajo doméstico. Porque le escuchaban pastores y agricultores, pescadores y amas de casa. Les ponía ejemplos de su vida cotidiana. Era fácil de entender. Muy fácil.

Pero muy difícil de seguir. ¿Perdonar al enemigo? ¡Eso es muy duro! Y no todos lo aceptaban. "Duras son estas palabras, ¿quién puede oírlas?", le dijeron en alguna ocasión. (Jn. 6,60)

Habló de un Dios–Amor, que acoge y que perdona. De un Reino que se empieza a construir aquí, pero no se acaba aquí. De realidades que ya han comenzado pero todavía no completado. Habló de salvar al ser humano, por encima de todo, incluso de las leyes más sagradas. Habló de someter las leyes a los humanos, y no al revés. El trabajo es para los humanos, y no al revés. Condenó rotundamente el pecado, pero siempre acogió y perdonó al pecador.

Él se puso del lado de los pobres y criticó a los ricos. Prefirió a los que lloraban y arremetió contra los poderosos. Se inclinó a favor de los pacíficos, no de los opresores.

Y actuó. Llevó el amor de Dios a cuantos se le acercaban. Si el amor de Dios quedaba oculto por la enfermedad, Él curaba. Si por la muerte, resucitaba. Si el impedimento era el pecado, perdonaba. Si, tal vez, el hambre, daba de comer.

Compartió su mesa con los pecadores, con los de mala fama. Se dejó ver saludando a prostitutas. Y muchos se escandalizaron. Creían que un Mesías auténtico jamás se mezclaría con esa gentuza. Pero en su diccionario, gentuza  era una palabra inexistente.

No entendieron que estos gestos eran la actualización de su mensaje. Eran poner en práctica lo que anunciaban sus palabras: que Dios ama y perdona, que Dios acoge a todos, que Dios salva. Que Dios es Padre (¿recuerdas?); Padre de misericordia.

Por eso Él fue "Dios-con-nosotros".

Pero no todos lo entendieron.

Y acabaron con Él. Se lo cargaron.





La palabra de Jesús:

Vino Jesús a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el sábado y se puso de pie para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

“El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha elegido
para anunciar a los pobres la Buena Noticia,
me ha enviado
a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor”.

Enrollando el volumen, lo devolvió al ministro y se sentó. En la sinagoga, todos los ojos estaban fijos en él. Entonces, comenzó a decirles:

- Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.

Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.

(Del Evangelio de Lucas, capítulo 4, versículos del 16 al 22. Lc. 4,16-22)




También puedes leer...

Mt. 11, 2-6                   "Id y contadle a Juan lo que oís i veis: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia".

Mc. 11, 1-11                "¡Bendito el que viene en nombre del Señor!"

Jn. 1, 35-51                 "Ése del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús".

Jn. 4, 5-30                   "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice `dame de beber´, tú le habrías pedido a él y él te habría dado agua viva".

Jn. 14, 1-11           "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".

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