I. CREO

Primera persona del singular del Presente de Indicativo.

Primera persona. Nadie puede creer por mí. La fe es siempre personal e intransferible. Y no puede imponerse. La fe siempre es un acto de entera libertad.

El testimonio de los demás puede acercarme a la fe, pero siempre soy yo quien cree, quien responde o no ante este testimonio, quien acepta unas verdades...

¿Aceptar unas verdades? ¿Eso es la fe?

¡No!

La fe es, sobre todo, fiarse. Desde que nacemos nos estamos fiando. Nos fiamos de nuestros padres, creemos que no nos harán daño. Nos fiamos de nuestros profesores, creemos la verdad de cuanto nos enseñan. Nos fiamos continuamente. Porque nos sentimos amados por ellos. Eso es creer: fiarse de quien sabemos que nos ama.

Presente. La fe es constante actualidad. Hoy creo. ¿Mañana? ¡Dios dirá! Hoy creo. Y la fe me hace vivir el hoy, sin dejarme angustiar por el mañana. Hoy me fío. El mañana no existe todavía.

Indicativo, no condicional ni subjuntivo. Es decir, sin condiciones. La fe indica una realidad que me sostiene, que da consistencia y sentido a mi vida. Indicativo, no imperativo. No me siento forzado a creer.

Y, entonces, ¿por qué creo? No lo sé. Yo nada hice por creer. Pero creo. A pesar de mis dudas, me fío. Porque me siento amado. Vivo la fe como un don, como un regalo.

Esto me plantea un interrogante: ¿por qué yo he recibido este regalo y otros no? No lo sé. Tal vez, algo me permitió tener el oído atento y otros se hicieron el sordo. No lo sé. Pero creo. Me fío. Y nada he hecho para merecer esta fe. Alguien sembró en mí esa semilla, mis padres la regaron con esmero, mis educadores alentaron su crecimiento.

¿Y mis dudas? Ahí están. Sin ellas, no habría fe, sino certeza. Yo no necesito creer que es de día: es evidente, lo veo. Sin dudas, no creería, no necesitaría fiarme: tendría la evidencia. Ya no se me pediría un acto de libertad.

No me asustan mis dudas. Ellas no me alejan de la fe, sino que me hacen ahondar más en ella. Las dudas no empobrecen mi fe, sino que me ayudan a enriquecerla.

¿Dudo? Sí, dudo. Porque creo.

Creo. En primera persona. En presente. De indicativo.

¡Me fío!





La palabra de Jesús:

Entrando Jesús en Cafarnaún, se le acercó un centurión suplicándole y diciéndole:

- Señor, mi siervo está en casa paralítico y sufre muchos dolores.

Jesús le contestó:

- Yo iré y le curaré.

Pero el centurión le respondió:

- Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, basta que lo digas de palabra y mi siervo quedará curado.

Oyéndole Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían:

- Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande.

Y dijo al centurión:

- Anda, ve a tu casa y que te suceda tal y como has creído.

Y en aquella hora quedó curado el criado.

(Del Evangelio de Mateo, capítulo 8, versículos del 5 al 8 , y versículos 10 y 13.
 O sea: Mt. 8, 5-8.10.13)




También puedes leer...

Mt. 14, 22-34               "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?"

Mt. 15, 21-28               "Mujer, ¡qué grande es tu fe!"

Mc. 9, 17-26                "Todo es posible para quien cree".

Lc. 17, 5-6                   "Auméntanos la fe"

Lc. 18,35-43                "Ve. Tu fe te ha salvado".

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