AMÉN


Que quiere decir así sea. Se trata, pues, de un asentimiento; de una adhesión incondicional.

En este caso, decir amén equivale a decir: SÍ, CREO.

Éstas son las verdades que creo. Ésta es mi fe. Personal e intransferible.

Pero poco debe importarte a ti qué creo o dejo de creer yo.

Si acaso, debe importarte que esta fe mía es también nuestra. Ésta es la fe de la Iglesia, transmitida a través de veinte siglos, de generación en generación, de padres a hijos. (¿Entiendes ahora por qué he dedicado este libro a mis padres?).

Éstas son las verdades fundamentales de nuestra fe; esto lo que creemos. Pero fíjate una vez más: más que creer cosas, creemos en Alguien. Y nos fiamos de Él.

Este Alguien es Jesús, sobre el que oirás muchas opiniones diferentes y hasta encontradas. Pero eso ya ocurría en su época. Recuerda el texto en el que Él preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Y hoy, como entonces, te pregunta a ti directamente: “Y tú, ¿quién dices que soy yo?”. Sólo tú puedes responder quién es Jesús para ti.

He intentado exponerte de un modo sencillo los puntos fundamentales de mi fe. Pero repito: poco importa lo que yo creo o dejo de creer. Lo importante es lo que tú creas. Ésta es mi propuesta; ésta es mi fe. ¿Y la tuya? No olvides que la fe es una respuesta personal. Un que nadie puede pronunciar por ti. Nadie puede robarte la voz en este asunto.

"Ésta es nuestra fe. Ésta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro".

Ojalá también tú un día, con todo tu corazón, puedas responder:

AMÉN.

No hay comentarios:

Publicar un comentario